Las dudas generadas por la reciente conferencia política no provienen de la ciencia, que sí tiene amplio y robusto consenso.
Las declaraciones del Secretario de Salud y
Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., y del presidente Donald Trump,
presentando al acetaminofén como causa directa del autismo, han creado alarma
social y reforzado temores en mujeres embarazadas y familias con hijos
autistas. Sin embargo, es imprescindible diferenciar entre la controversia
política y mediática y el consenso científico-médico.
- La
controversia política y mediática se ha caracterizado por el uso de
lenguaje alarmista (“no tomen Tylenol”, “epidemia de autismo”), la
confusión deliberada entre asociación y causalidad, y la
manipulación de revisiones sistemáticas con limitaciones metodológicas
conocidas.
- El
consenso científico y médico permanece sólido, sustentado en décadas de estudios de alta
calidad, revisiones internacionales y declaraciones de las principales
sociedades médicas y agencias reguladoras. Dicho consenso establece de
manera clara que no existe evidencia concluyente de un vínculo causal
entre el acetaminofén y el autismo. Por el contrario, los riesgos de
no tratar fiebre y dolor en el embarazo —complicaciones graves como aborto
espontáneo, parto prematuro o malformaciones fetales— son mucho mayores
que los riesgos hipotéticos e indemostrados del fármaco.
Los estudios poblacionales más recientes y
metodológicamente rigurosos, incluyendo cohortes nacionales en Suecia y Japón
con análisis entre hermanos, demuestran que las asociaciones reportadas en
investigaciones previas desaparecen al controlar factores de confusión como
genética, comorbilidades maternas y condiciones socioambientales.
En consecuencia, lo que realmente está en juego
no es la ciencia —que muestra un consenso robusto y consistente— sino la
confianza pública en las instituciones de salud y la comunicación del riesgo.
El papel de la comunidad científica es y debe seguir siendo el de aclarar,
contextualizar y comunicar con transparencia, evitando que la población
tome decisiones basadas en el miedo o en mensajes distorsionados, y
garantizando que estas se fundamenten en la mejor evidencia disponible.
La realidad científica
- No
existe toxina única ni epidemia biológica. El aumento en los diagnósticos refleja
principalmente la ampliación de criterios clínicos, mayor conciencia y
mejor detección.
- El
autismo es multifactorial, poligénico y complejo. La genética representa el
factor predominante, con un componente ambiental pequeño, heterogéneo y
difícil de medir.
- El
error fundamental es la falacia post hoc. Confundir correlaciones recientes con
causas universales es una simplificación peligrosa e incompatible con la
complejidad neurobiológica del TEA.
La prioridad sanitaria
No se trata de cazar culpables mediáticos ni de
sembrar miedo, sino de sostener investigación rigurosa, reproducible y
transparente, y de financiar apoyos e intervenciones que mejoran la
calidad de vida de las personas con autismo y sus familias.
La exigencia ciudadana
La sociedad no puede permitirse que políticas
públicas, diagnósticos o intervenciones se basen en estudios de los que no se
conocen datos, metodologías ni análisis reproducibles. La respuesta ética,
científica y ciudadana debe ser unánime: “muestren los datos”.
La transparencia en la investigación biomédica
no es solo un deber científico, es un derecho de las personas y una exigencia
de salud pública. En condiciones que impactan la vida social y la dignidad
—como el trastorno del espectro autista— la verdad científica no admite atajos
políticos.
La ciencia no está en
duda, la comunicación sí:
1) “El Tylenol (acetaminofén) es un
antiinflamatorio y es el analgésico preferido en el embarazo”
- Corrección
farmacológica:
el acetaminofén (paracetamol) es analgésico–antipirético, con actividad
antiinflamatoria periférica mínima o nula. Su acción es central
(inhibición COX en SNC; modulación serotoninérgica descendente; metabolito
AM404 con acción endocannabinoide/TRPV1). No es un AINE (Antiinflamatorio no
esteroideo).
- Embarazo: sí, sigue siendo el fármaco
de primera elección cuando hay indicación clínica
(fiebre/dolor), a la dosis mínima y el menor tiempo, porque las
alternativas (AINEs) tienen riesgos fetales a partir de ~20 semanas
(oligoamnios, disfunción renal fetal y, más tarde, constricción del
ductus).
Conclusión: correcto que es el preferido en embarazo cuando está indicado; incorrecto llamarlo “antiinflamatorio”.
2) “La FDA va a advertir del acetaminofén en
embarazo por riesgo de autismo; hay que evitarlo”
- Qué
significa una advertencia FDA de ‘posible asociación’: No es una declaración de causalidad
ni una prohibición. Es una señal de incertidumbre para uso
juicioso. Lo
que sí cambió en la FDA fue el marco de etiquetado: desde
2015, el PLLR eliminó las letras de embarazo (A/B/…) y exige
narrativas de riesgo más completas.
- Evidencia
de mayor calidad:
las grandes cohortes con comparación entre hermanos (p. ej.,
Suecia, ~2,4–2,5 millones; Japón >200.000) no encontraron
aumento de TEA cuando se controlan genética y ambiente familiar. En
análisis crudos hubo diferencias muy pequeñas (p. ej., 1,42% vs
1,33%), que desaparecen intra-familia: típico de confusión por
indicación (fiebre/infección/dolor) y factores familiares.
- Salud
pública: decir “no
lo tomes” perjudica: embarazadas con fiebre y dolor se quedarían sin
tratamiento; los AINEs tienen peor perfil en 2º–3º trimestre; y
no tratar la fiebre es un riesgo conocido para el feto.
Conclusión: la etiqueta propone prudencia, no
abstinencia absoluta.
- ACOG
(2025)
reafirma: el acetaminofén juega un papel importante y seguro en el
bienestar de embarazadas cuando se usa juiciosamente. OMS/EMA (2025):
la evidencia que lo vincula con autismo es inconsistente.
3) “Si no hay Tylenol, ¿qué se hace con
fiebre/dolor en el embarazo?”
Hechos MBE
- No
tratar la fiebre
materna sí comporta riesgo fetal; por eso no es
aceptable el consejo “aguanta el dolor”. ACOG
- Los AINEs
(ibuprofeno, naproxeno, etc.) se evitan desde las 20 semanas por
riesgo de disfunción renal fetal/oligoamnios y ductus arterioso
en el tercer trimestre (seguridad inferior a APAP).
4) “En adultos casi no hay peligro (salvo
mezclarlo con alcohol)”
- Hepatotoxicidad
real: a dosis
>3–4 g/día o por sobredosis aguda / “sobredosis repetida no
intencional”, el metabolito NAPQI agota glutatión y produce necrosis
hepática (el APAP es la causa más frecuente de fallo hepático agudo
en muchos países). Riesgos aumentan con alcohol, desnutrición,
hepatopatía y combinaciones de productos con APAP. Antídoto: N-acetilcisteína.
Es causa líder de fallo
hepático agudo; Evitar alcohol y duplicidad de presentaciones.
Conclusión: seguro a dosis terapéuticas, no inocuo.
5) “Funciona mejor que antiinflamatorios; es un
antiinflamatorio”
- Mecanismo
y latencia: el inicio
de acción puede ser rápido para fiebre/dolor leve-moderado; eso no lo
convierte en AINE. Su mecanismo es central; su capacidad
antiinflamatoria periférica es sumamente escasa.
Conclusión: eficacia analgésica/antipirética ≠
antiinflamatorio periférico.
6) “En embarazo te mandan Tylenol ‘cada 4 horas’
si duele”
- Práctica
correcta: no
pautar “cada X horas” por sistema; solo si hay indicación, a
demanda, con dosis mínima y duración corta. Evitar uso
crónico. Tratar fiebre y dolor solo clínicamente
significativos.
Conclusión: evitar cronificar; individualizar.
7) “Estamos expuestos a muchas químicas; el
Tylenol puede afectar el desarrollo neurológico fetal”
- Fisiopatología
plausible ≠ causalidad: el APAP genera NAPQI (pro-oxidante) neutralizado por glutatión;
hipótesis de estrés oxidativo y vulnerabilidad fetal existen, pero clínicamente
los efectos —si existen— son pequeños y difíciles de separar
de fiebre/infección/dolor (confusión por indicación).
- Magnitudes
reales: los
incrementos de riesgo absoluto reportados son muy bajos y no
se sostienen en diseños robustos (entre hermanos).
Conclusión: hipótesis biológicas (en discusión científica) ≠
prueba de daño clínico relevante.
8) “No le des Tylenol al bebé después de nacer”
- Pediatría
basada en evidencia: el acetaminofén es el antipirético/analgésico de elección
en lactantes (dosificación por peso; no en <2–3 meses sin
valoración). Ibuprofeno a partir de 6 meses. Aspirina
contraindicada por ocurrencia del síndrome de Reye.
- Matiz: no se recomienda profilaxis
rutinaria pre/postvacuna con APAP (puede atenuar la respuesta
inmunitaria); sí usar si hay fiebre o dolor clínicamente
relevantes.
Conclusión: prohibirlo en bebés es incorrecto; usarlo bien es seguro y estándar.
9) “Leucovorina (folínico) es tratamiento del
autismo”
- Lo que
sí sabemos: en subgrupos
con deficiencia de folato cerebral/anticuerpos anti-receptor de
folato (FRAA+), pequeños ECA han mostrado mejoras modestas
(p. ej., lenguaje). Prometedor para ese fenotipo, no “cura del autismo”.
- Lo que
no es: no es
un “tratamiento del TEA” universal. Requiere fenotipado/biomarcadores
(FRAA, 5-MTHF en LCR) y evidencia más grande (fase III multicéntrica).
Folinato (leucovorina) ≠ ácido fólico; indicaciones y
farmacocinética difieren.
- Revisiones
y metaanálisis subrayan la baja certeza global y piden ensayos
multicéntricos; si la FDA adopta etiquetado para Cerebral Folate
Deficiency, seguiría siendo indicación específica, no TEA en
general.
- Conclusión: prometedor en subtipo; no
“cura” del TEA.
10) “El autismo está más cerca de la psicología
que de la medicina; un psicólogo te lo ‘pone’”
- El TEA
es neurobiológico: el
TEA es un trastorno del neurodesarrollo con heredabilidad alta
(~70–90%), con
convergencia en cientos
de genes implicados (sinapsis: SHANK3, CNTNAP2; remodelación
de la cromatina: CHD8, ARID1B), y hallazgos en neuroimagen,
electrofisiología y modelos celulares/animales lo confirman.
- Diagnóstico
sigue siendo clínico (DSM-5-TR) con instrumentos estandarizados (ADOS-2, ADI-R), en
equipos multidisciplinares. Reducirlo a “lo que diga un psicólogo”
es erróneo y estigmatizante.
- Conclusión: el TEA es médico–neurobiológico,
con evaluación clínica rigurosa.
11) “La rueda de prensa no mostró datos; ACOG
criticó”
- De
acuerdo: políticas
deben apoyarse en ensayos/datos robustos. El consenso clínico
sigue favoreciendo APAP juicioso en embarazo.
12) “La epidemia de autismo creció con el
calendario vacunal; el problema son mercurio/aluminio; mejor espaciar y dar
menos”
- No hay vínculo causal entre vacunas
y autismo. Grandes cohortes (Dinamarca, n≈657.000) y múltiples
revisiones sistemáticas lo demuestran; IOM/NAM, CDC, OMS lo
sostienen.
- Timerosal
(etilmercurio)
se retiró de vacunas infantiles de rutina en EE. UU. desde 2001 (salvo
algunas multidosis de influenza) y las tasas de TEA siguieron
aumentando por cambios diagnósticos/cribado, no por vacunas.
- Aluminio: las dosis de adyuvantes en
vacunas son bajas, con farmacocinética conocida; sin
evidencia de neurotoxicidad a dosis vacunales.
- “Espaciar” o dar “una por una” no
reduce autismo ni EA y sí aumenta la ventana de
susceptibilidad a infecciones graves; el calendario ACIP/AAP
está diseñado y probado como seguro y eficaz.
- Hepatitis
B al nacer: es estrategia
de salud pública crucial (riesgo perinatal, estado materno
desconocido, exposición intrafamiliar). Retrasarla eleva casos
prevenibles.
- Testimonios
post-vacuna: sesgo
temporal (inicio/regresión del TEA suele ocurrir en edades que coinciden
con vacunaciones). “Después de” ≠ “por”.
Conclusión: el paquete vacunal no causa TEA; modificarlo daña.
8) “La hepatitis B al nacer es innecesaria;
mejor darla más tarde”
- La dosis
al nacimiento es un salvavidas: protege cuando el estado
materno es desconocido o mal documentado, y frente a exposición
intrafamiliar. Es una política que redujo drásticamente Hep B
pediátrica en EE. UU. Retrasarla eleva el sustancialmente el riesgo.
9) “Aspirina ‘licúa la sangre’ en niños, antiplaquetario… (insinuando uso
amplio)”
- Precisión: la aspirina es antiplaquetaria
(no “anticoagulante” en sentido técnico). En niños con gripe/varicela, aspirina
aumenta riesgo de síndrome de Reye; por eso se contraindica
en población pediátrica para fiebre/dolor.
- En adultos, prevención primaria
muy restringida por riesgo de hemorragia; en prevención
secundaria (p. ej., tras stent) sí se usa según guías.
10) “Hay una ‘epidemia’ de autismo que exige
una guerra y una causa única”
- El
aumento de prevalencia se explica en gran medida por diagnóstico más
amplio (DSM-5), mayor cribado y conciencia. TEA es multifactorial
(genética predominante + ambiente), no una entidad explicable por una
molécula (APAP, vacunas, etc.).
- Lenguaje
y política sanitaria: “epidemia” es un término técnico (incremento rápido,
inesperado, típicamente infeccioso). En TEA lo que crece es la prevalencia
administrativa por criterios y cribado. El lenguaje
belicista que desplaza recursos de lo que sí mejora resultados: detección
e intervención tempranas, apoyos educativos, salud mental comórbida,
transición a la adultez, empleo y vivienda con apoyos.
Conclusión: enfoque en servicios y apoyos + investigación seria (no chivos expiatorios).
14) “La ciencia cambia; abrir el debate es
interesante”
- Sí,
pero… las revisiones
sistemáticas, cohortes con controles familiares y metodología
robusta ya responden a gran parte del debate: no hay
señal causal para APAP-TEA; sí hay daño si se desaconseja
indiscriminadamente tratar fiebre/dolor en embarazo. Debatir
≠ legitimar recomendaciones contrarias a la evidencia.
Conclusión clínica y de salud pública
- Para
embarazo: acetaminofén sigue siendo la opción preferida
para fiebre/dolor cuando está indicado, a dosis mínima y tiempo
mínimo, tras asesoramiento médico. No hay evidencia
causal de TEA; sí la hay contra AINEs a partir de 20 sem. y contra
dejar fiebre sin tratar.
- Leucovorina: considerar solo en subgrupos
(p. ej., FRAA+/CFD), con diagnóstico adecuado; no es un
tratamiento general del TEA.
- Vacunas: sostener el calendario
recomendado; espaciar o demorar no previene TEA y aumenta
riesgos infecciosos.
- Comunicación: Evitar el dogma del chivo
expiatorio; la Medicina Basada en la Evidencia científica requiere cohortes
robustas, controles familiares, biomarcadores y replicación, no
ruedas de prensa.
Bibliografía esencial (selección)
Ahlqvist, V. H., Sjöqvist, H.,
Dalman, C., Karlsson, H., Gissler, M., Magnusson, C., & Leval, A. (2024).
Acetaminophen use during pregnancy and children's risk of autism, ADHD, and
intellectual disability. JAMA, 331(12), 1036–1046. https://doi.org/10.1001/jama.2024.1975
American College of Obstetricians
and Gynecologists (ACOG). (2021). Committee Opinion No. 747: Management of
acute and recurrent genital herpes in pregnancy. (Reafirmado en 2023).
Centers for Disease Control and
Prevention (CDC). (2023). Autism and Developmental Disabilities Monitoring
(ADDM) Network. En Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR) Surveillance
Summaries, 72(SS-2), 1–14. https://doi.org/10.15585/mmwr.ss7202a1
Frye, R. E., Slattery, J.,
Delhey, L., Furgerson, B., Strickland, T., Tippett, M., Sailey, A., Adams, J.,
& Rose, S. (2018). Folinic acid improves verbal communication in children
with autism and language impairment: A randomized double-blind placebo-controlled
trial. Molecular Psychiatry, 23(2), 247–256. https://doi.org/10.1038/mp.2016.168
Gerriets, V., Anderson, J., &
Nappe, T. (2024). Acetaminophen. En StatPearls. StatPearls Publishing. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK482384/
Grove, J., Ripke, S., Als, T. D.,
Mattheisen, M., Walters, R. K., Won, H., Pallesen, J., Agerbo, E., Andreassen,
O. A., Anney, R., & Børglum, A. D. (2019). Identification of common genetic
risk variants for autism spectrum disorder. Nature Genetics, 51(3),
431–444. https://doi.org/10.1038/s41588-019-0344-8
Hviid, A., Hansen, J. V., Frisch,
M., & Melbye, M. (2019). Measles, mumps, rubella vaccination and autism: A
nationwide cohort study. Annals of Internal Medicine, 170(8),
513–520. https://doi.org/10.7326/M18-2101
Institute of Medicine. (2012). Adverse
effects of vaccines: Evidence and causality. National Academies Press.
Ji, Y., Azuine, R. E., Zhang, Y.,
Hou, W., Hong, X., Wang, G., Riley, A., Pearson, C., Zuckerman, B., & Wang,
X. (2020). Association of cord plasma biomarkers of in utero acetaminophen
exposure with risk of attention-deficit/hyperactivity disorder and autism
spectrum disorder in childhood. JAMA Psychiatry, 77(2), 180–189. https://doi.org/10.1001/jamapsychiatry.2019.3259
Madsen, K. M., Hviid, A.,
Vestergaard, M., Schendel, D., Wohlfahrt, J., Thorsen, P., Olsen, J., &
Melbye, M. (2002). A population-based study of measles, mumps, and rubella
vaccination and autism. The New England Journal of Medicine, 347(19),
1477–1482. https://doi.org/10.1056/NEJMoa021134
Sandin, S., Lichtenstein, P.,
Kuja-Halkola, R., Hultman, C., Larsson, H., & Reichenberg, A. (2017). The
familial risk and heritability of autism spectrum disorder. JAMA, 318(12),
1182–1184. https://doi.org/10.1001/jama.2017.12141
Satterstrom, F. K., Kosmicki, J.
A., Wang, J., Breen, M. S., De Rubeis, S., An, J. Y., Peng, M., Collins, R.,
Grove, J., Klei, L., & Børglum, A. D. (2020). Large-scale exome sequencing
study implicates both developmental and functional changes in the neurobiology
of autism. Cell, 180(3), 568–584.e23. https://doi.org/10.1016/j.cell.2019.12.036
U.S. Food and Drug Administration
(FDA). (2014). Content and format of labeling for human prescription drug
and biological products; requirements for pregnancy and lactation labeling.
Federal Register, 79(233), 72063–72103. https://www.govinfo.gov/content/pkg/FR-2014-12-04/pdf/2014-28241.pdf
U.S. Food and Drug Administration
(FDA). (2020, Octubre 15). FDA warns that using a type of pain and fever
medicine in second half of pregnancy could lead to complications
[Comunicado de seguridad de medicamentos]. https://www.fda.gov/drugs/drug-safety-and-availability/fda-recommends-avoiding-use-nsaids-pregnancy-20-weeks-or-later-because-they-can-result-low-amniotic
Weng, M. K., Doshani, M., Khan,
M. A., L. Moore, K., Zheteyeva, Y. A., & Schillie, S. (2023). Prevention of
hepatitis B virus infection in the United States: Recommendations of the
Advisory Committee on Immunization Practices. En Morbidity and Mortality
Weekly Report (MMWR) Recommendations and Reports, 72(RR-1), 1–41. http://dx.doi.org/10.15585/mmwr.rr7201a1